El proceso administrativo como herramienta para la efectividad ministerial

 


Por Abdiel Morfa

El proceso administrativo es un factor que contribuye a la efectividad en el ministerio cristiano. Este se define como: “el conjunto de fases o etapas sucesivas a través de las cuales se efectúa la administración”.[1] Aunque existen diferentes criterios por parte de los especialistas sobre cuáles son las etapas que integran el proceso administrativo, básicamente pueden identificarse las siguientes seis: previsión, planificación, organización, integración, dirección y evaluación.

Es importante destacar que estas seis etapas, aunque no integradas en un proceso, existen desde la antigüedad. Veamos cada una de ellas y algunos ejemplos bíblicos que ilustran esta verdad.

 

Etapa de previsión o apreciación

“Es la acción de observar, estimar e interpretar el valor de cada persona, situación o cosa en un momento dado, para calcular qué se puede hacer.[2] Es decir, antes de comenzar a planificar es necesario investigar cual es la realidad presente del contexto y hacia donde debemos movernos. La misma responde a la pregunta ¿Qué se necesita realmente hacer?

Josué envió dos espías para explorar la tierra antes de lanzarse a la conquista (Jos.2). Nehemías indagó la situación real de sus hermanos y el estado constructivo de su amada Jerusalén, antes de entregarse a la oración, trazar un plan para revertir la misma y hablar con el rey para recibir los permisos pertinentes para emprender el viaje (Neh.1). El Señor Jesucristo observó la situación real en que se encontraban su pueblo, antes de enviar a sus discípulos a predicar de dos en dos. En Mateo 9:35-38, leemos: “Al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas”. El “ver” de Cristo no era un simple mirar, según el término empleado en el original griego, sino una observación cuidadosa de las necesidades de la gente en todas las esferas.

 

Etapa de planificación

La planificación se relaciona con la predeterminación del curso de acción a seguir, la fijación de objetivos y metas, los programas, el calendario y el presupuesto para lograr los resultados esperados por la organización. Esta responde a la pregunta ¿Cómo lo vamos hacer?

La Biblia muestra al Señor como el Dios de orden y de planes (Gn.1:1-26; 1Co.14:33 y 40; Ef.1:3-12; Gá.4:4). A Moisés le reveló una planificación detallada para la construcción del tabernáculo (Ex.25-28). En 1 Crónicas 28:11-19 encontramos a David traspasando a su hijo Salomón varios planos que tenía trazado para la construcción del templo en Jerusalén. Ese mismo día afirmó: “Todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas por la mano de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño”. También recordamos a Cristo dando un plan detallado a sus discípulos al enviarlos a predicar de dos en dos (Mt.10); y al apóstol Pablo planeando sus viajes misioneros (Hch.13-21; Ro.1:8-15).

 

Etapa de organización

Guillermo Luna define de manera sencilla la organización como “el proceso de colocar hombres y mujeres dentro de una estructura, para el logro de los objetivos expresados en el plan”[3]. Por esta razón, la principal pregunta que responde esta etapa es ¿Quiénes lo van a hacer?

Algunos ejemplos bíblicos clásicos sobre la organización son: Moisés y el valioso consejo de su suegro Jetro (Ex.18:13-27), Josué y la repartición de la tierra prometida (Jos.13-21), Nehemías y la construcción de los muros de Jerusalén (Neh.3), los apóstoles y la elección de los siete diáconos de la iglesia de Jerusalén (Hch.6:1-7).  

 

 

Integración o preparación

La integración o preparación a diferencia de la planeación que es teórica, es un paso que conduce a la práctica. Básicamente se ocupa de aspectos prácticos como recaudar fondos, adquirir materiales, la integración del personal y la correspondiente capacitación del mismo, por lo cual se realiza a base de búsqueda, motivación y entrenamiento. Mientras la planeación consigue el consentimiento y el apoyo moral oficial, la preparación reclama el aporte real en el aspecto económico, físico y espiritual de todo el grupo.

Un ejemplo cásico en la Escritura fue la ocasión cuando Dios le dio a Moisés dentro de la planificación de tabernáculo el costo y la forma de buscar los recursos (Éx.25:1-9).

 

Dirección o ejecución

Este paso es el proceso dinámico de convertir en realidad la acción que ha sido planeada, preparada y organizada, coordinando y supervisando directa o indirectamente cada fase de la misma. Es la labor del administrador para asegurar que las personas tomen una acción efectiva, para el logro de los objetivos. Por tal razón, figuran entre sus elementos principales la buena motivación del líder a los liderados, técnicas y actitudes correctas para la buena dirección, la buena comunicación en todas las áreas y niveles, así como una correcta supervisión durante todo el proceso de ejecución de las tareas y/o proyecto.

Cuando Josué y el pueblo de Israel estaban frente al gran reto de conquistar la tierra prometida (a punto de ejecutar la gran tarea), Dios comenzó por motivar a Josué (Jos.1). David también alentó a su hijo Salomón cuando le estaba traspasando el reinado y la colosal tarea de construir el templo a Jehová (1Cr.28:20; 2Cr.3:1; 5:1). También Nehemías usó esta estrategia para motivar al pueblo en la reconstrucción de los muros de Jerusalén (Neh.4:6).

 

 

Evaluación

Aunque la evaluación es el último paso en el proceso administrativo, no por esto es menos importante que los anteriores. La misma consiste en comparar lo obtenido con lo esperado. Algunas expresiones de evaluación en la Biblia están en los siguientes textos: Génesis 1:31; 1 Samuel 7:10-12; Lucas 17:10; 2 Corintios 11:16-33; 2 Timoteo 4:6-8.

La evaluación cumple varias funciones como reconocer el esfuerzo de todos los que han trabajado, mejorar las cosas que estuvieron deficientes, examinar hasta qué punto se cumplieron las metas y los programas, así como recolectar una información que sirva como base para la apreciación de una nuevo proceso administrativo para el siguiente período.


Sin dudas, hacer un uso apropiado del proceso administrativo es una buena herramienta para mejorar la efectividad del ministerio que Dios nos ha llamado a realizar.



Nos gustaría que nos dejara un comentario para continuar mejorando juntos la efectividad ministerial.


[1] Lourdes Münch, Administración: Gestión organizacional, enfoques y proceso administrativo (México, D. F: Pearson Educación, 2010), 26.

[2] Wilfredo Calderón, La Administración en la Iglesia Cristiana (Miami, FL: Editorial Vida, 1988), 71.

[3] Guillermo Luna, Hacia una Administración Eficaz (Miami, FL: Editorial Betania, 1985), 63. 



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