La imprescindible relación con Dios para permanecer en el ministerio
Por Abdiel Morfa
Hechos 24:17-24
El apóstol Pablo habiendo sido testigo durante años del abandono de la fe y del ministerio de muchos hombres, expresa en Hechos 20:24 su preocupación y meta espiritual: “llegar hasta el final de su vida en victoria”. Es decir, que anhelaba mantenerse fiel al Señor y sirviendo con gozo hasta el último día en el ministerio al que había sido llamado.
Este hombre de Dios atravesó toda clase pruebas hasta su muerte misma como mártir del cristianismo. ¿Cómo es posible que el apóstol Pablo pudiera cumplir tan extraordinaria meta a pesar de sus múltiples tribulaciones? El secreto radicaba en su constante y profunda relación personal con Dios. Esta apasionada búsqueda del Señor que sostenía el apóstol Pablo, y el buen resultado que esto produjo en su vida cristiana y ministerial, nos recuerdan un importantísimo principio: Es imprescindible profundizar en nuestra relación con Dios para permanecer fieles en el ministerio al que somos llamados. Ahora bien, ¿Por qué es imprescindible profundizar nuestra relación con Dios para permanecer fieles en el ministerio al que somos llamados? En la Biblia encontramos muchas razones de las cuales quiero destacar tres de las más importantes:
Es imprescindible profundizar nuestra relación con Dios para permanecer fieles en el ministerio porque vendrán ataques de nuestros enemigos históricos
Satanás, los deseos de la carne y el mundo intentarán destruirnos
espiritual y moralmente, ante los cuales si cedemos arruinará el ministerio que
realizamos para la gloria de Dios. El apóstol Pablo experimentaba esta
trascendental batalla en su propia carne (2Co.12:7-9; Ro.12:14-24). Por esta
razón, advierte a los cristianos, y especialmente a los ministros, sobre los ataques
de tan peligrosos enemigos, usando palabras como: “artimañas, maquinaciones,
dardos de fuego, asechanzas, tentaciones, disfraces, lazos, opresión, entre
otras”.
En Efesios 6:10-20 nos recuerda que “nuestra lucha no es contra sangre y carne”, pues los ataques vendrán de disímiles maneras
y con diferentes rostros. Lo cierto es que el enemigo intentará sacarnos del
camino para que no terminemos con gozo el ministerio. Por tal razón, el único
antídoto realmente efectivo para salir vencedor en tan magna guerra espiritual
es una profunda relación personal con nuestro Dios.
Es imprescindible profundizar nuestra relación con Dios para permanecer fieles en el ministerio porque vendrán circunstancias difíciles
A todos aquellos que estamos ejerciendo el ministerio al que Dios nos ha
llamado nos visitará más tarde o más temprano las circunstancias difíciles o
crisis de orden personal, familiar o ministerial. Esto es afirmado en Santiago
1:2-3 al decir: “cuando os halléis (da
por sentado que las pruebas vendrán) en
diversas pruebas”. Sin dudas, en ocasiones las pruebas caen sobre nosotros
como un enjambre. La realidad es que cuando las crisis arrecian tendemos a
deprimirnos y sentir un fuerte deseo de abandonar la lucha. Tal vez motivado
por esta realidad el apóstol Pedro advirtió a los creyentes de su tiempo sobre
la inevitable presencia de las pruebas (1P.4:12; 5:8-9). También el apóstol Pablo tuvo momentos muy críticos en su vida y
ministerio, pero como él sostenía una relación profunda con el Señor recibió
las fuerzas para seguir adelante.
Es importante destacar que muchas veces las pruebas arreciarán como una
tormenta en nuestras vidas poniéndonos al borde de renunciar al ministerio, lo
cual se hace aún más engorroso cuando no recibimos el apoyo de nuestros
hermanos en medio de la crisis. En este sentido, podemos recordar el ejemplo de
Cristo (Mt.26:36-46) y el de Pablo (2Ti.4:9-10,16-17), quienes no fueron
apoyados por los suyos en momentos de intenso sufrimiento. Son en ocasiones
como esta que tenemos que exclamar como el propio Pablo: “pero el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas”. Precisamente,
como sólo nuestro Dios puede sostenernos en momentos tan complejos, deberíamos valorar
seriamente profundizar en nuestra relación con Él.
Es imprescindible profundizar nuestra relación con Dios para permanecer fieles en el ministerio porque somos insuficiente para tan magna tarea
La reacción más común de los hombres que Dios ha llamado a servirle en
todas las épocas es manifestar su incapacidad e insuficiencia para realizar tan
excelsa obra. Algunos ejemplos clásicos que podemos recordar son: Moisés (Ex.3),
Isaías (Is.6), Jeremías (Jr.1), Jonás (Jon.1), Pedro (Lc.5:1-11) y Pablo.
Ahora bien, ¿Qué llevo a estos grandes hombres a reaccionar de esta manera?
La psicología respondería que una baja autoestima o complejo de inferioridad,
pero la realidad es que fue la conciencia de la grandeza de Dios, la magnitud
de la obra que debían realizar y la realidad de la insuficiencia humana ante
ambas. Sin embargo, todos ellos lograron finalmente cumplir el ministerio para
el que Dios los llamó con preciosos resultados, lo cual nos lleva a
preguntarnos nuevamente ¿Cuál es el secreto? Un estudio de la vida de cada uno
de ellos nos dará la misma respuesta una y otra vez: “sostuvieron una profunda
relación con Dios”.
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