Manteniendo la pureza en el pueblo de Dios para un ministerio efectivo


 

Por Abdiel Morfa

 

Nehemías 13

 

Cuando el gran músico y compositor Beethoven quedó sordo, y sufría intensamente porque ya no podía desarrollar como antes su brillante carrera en la música, lo encontraron un día golpeando con sus puños el piano y gritando a voz en cuello: “¡Asiré la vida por la cabeza!”. En otras palabras, estaba decidiendo no rendirse ni conformarse con aquella triste condición. La historia de su vida demuestra que “asió la vida por la cabeza” porque no se dejó vencer y pudo producir mucho más a pesar de todas las dificultades.

 

En el capítulo que nos ocupa podemos encontrar a Nehemías “asiendo los problemas por la cabeza”, pues estaba decidido a no permitir que los pecados y las malas actitudes destruyeran a su pueblo, ni lo apartaran de su Dios. Por esa razón, se dio a la tarea de trabajar en la limpieza de todas aquellas cosas que afectaban la santidad de esta gran nación. Esto nos lleva al principio de hoy: Es necesario mantener la pureza en el pueblo de Dios para desarrollar un ministerio efectivo. ¿Cómo podemos mantener la pureza en el pueblo de Dios? En el último capítulo de Nehemías encontramos cuatro acciones que contribuyen a la pureza dentro del pueblo de Dios:

 

 

1.     Enfrentando el pecado con la Palabra de Dios (v.1-3)

 

Los comentaristas bíblicos sostienen dos opiniones diferentes en cuanto a la expresión “aquel día”. Unos plantean que inmediatamente después de la gran celebración del capítulo doce, se desarrolla la escena del trece, pues Nehemías había estado antes de la celebración fuera de Jerusalén por algún tiempo. Por otra parte, otros opinan que terminada la celebración Nehemías regresa a servir nuevamente al emperador, pues se había vencido su permiso. Entonces, después de gestionar un nuevo permiso regresa a Jerusalén y encontró que ahora tenía que corregir una serie de desviaciones del camino del Señor dentro del liderazgo, y el pueblo en general, que ocurrieron durante su ausencia.

 

Independientemente a cuál de las versiones se ajusta más a la historia real, lo más importante es que la primera acción que se realizó para enfrentar el pecado fue confrontar al pueblo con la Palabra de Dios. Al escucharla pudieron conocer que una vez más habían incurrido en el pecado de mezclarse con otras naciones paganas emparentando con ellos. Ahora bien, lo más interesante es la inmediata respuesta al obedecer la Palabra, la cual nos dice: “cuando oyeron, pues, la ley, separaron de Israel a todos los mesclados con extranjeros”.

 

Estos tres primeros versículos del capítulo trece nos hace recordar dos aspectos vitales: (1) La importancia que continúa teniendo enfrentar el pecado con la Palabra de Dios (2Cr.34:19-28; He.4:12). (2) El preocupante divorcio en el ámbito cristiano, entre escuchar con claridad la Palabra de Dios y la obediencia inmediata e incondicional a lo que nos está exhortando.

 

En el mundo entero hay miles y miles de congregaciones cristianas escuchando nunca menos de cincuenta y tres mensajes bíblicos al año. Es decir, que millones de creyentes escuchan vez tras vez a Dios confrontándolos con su Palabra, y sin embargo siguen haciendo las mismas cosas incorrectas años tras años. Es como si lo que escucharan es un buen discurso intelectual y entretenido que nada tiene que ver con ellos. Lo cierto es que lo mejor que podemos hacer es obedecer a Dios en todo, pues siempre sus mandamientos son para el bien de sus hijos. Por otra parte, no podemos olvidar que un día daremos cuenta de lo que hicimos con nuestras vidas.   

 

 

2.     Enfrentando el pecado con amonestaciones personales (v.10-11, 15, 19-21, 23-25)

 

Desde Génesis hasta Apocalipsis podemos comprobar que frente al pecado no pueden faltar las amonestaciones personales a aquellos que practican tales cosas (2R.17:13; Hch.20:31; 1Ts.5:14). La palabra “amonestación” significa entre otras cosas: “Exhortación, reprensión, redargüir, llamar la atención”.

 

Ahora bien, la mayoría de los cristianos están de acuerdo con esta enseñanza, pero el gran problema sigue siendo hoy la actitud que asumimos cuando somos amonestados. De la misma manera que reaccionaron incorrectamente aquellos hombres que Nehemías amonestó, por lo cual tuvo que tratarlos tan enérgicamente, muchos creyentes hoy manifiestan su desacuerdo e incomodidad cuando reciben una amonestación.

 

¿Qué enseña la Biblia sobre la actitud de los hijos de Dios frente a la amonestación?: (1) Que es de sabio escuchar la amonestación, y escuchar la amonestación nos hace más sabio (Pr.15:31; 21:11). (2) Que en lugar de molestarnos con los que nos amonestan deberíamos reconocerlos y agradecerles (1Ts.5:12). (3) Los que no quieran escuchar o admitir amonestación deben ser desechados (Tit.3:10).

 

 

3.     Enfrentando el pecado con medidas de disciplina (v.4-9, 13, 30)

 

Además de amonestar a todos aquellos que estaban cometiendo faltas graves, Nehemías tomó una serie de medidas de disciplina para restaurar la pureza y el orden en el pueblo. Entre otras acciones podemos mencionar:

 

  • Eliminar todas las cosas que representaban una desobediencia a Dios.
  • Restaurar todas las cosas que venían de Dios y habían sido quitadas por intereses personales de algunos líderes. 
  • Sustituir a los líderes corrompidos por hombres espirituales de probada fidelidad a Dios.
  • Cerrarle el paso a hombres impíos que estaban contribuyendo con sus actos a desviar a los hijos de Dios.

 

Sin dudas, por lo que podemos leer en las historias bíblicas, y comprobar en las experiencias de la vida diaria, lamentablemente no siempre las amonestaciones personales son suficiente para corregir el pecado dentro del pueblo de Dios. Por un lado, porque no todos están dispuestos con humildad a rectificar a partir de una amonestación, y por el otro, porque la naturaleza propia y las consecuencia de los actos pecaminosos a veces demandan algo más que una amonestación personal.

 

Al respecto, podemos encontrar en el Nuevo Testamento cuatro principios en cuanto a la disciplina de los creyentes en el contexto de la iglesia:

 

  • La disciplina produce frutos a largo plazo en la vida del cristiano (He.12:11). 
  • El propósito principal de la disciplina es la restauración del cristiano (He.12:7-10; 2Co.2:5-11). 
  • Es muy importante una buena actitud de parte de aquellos que aplican la disciplina (Gá.6:1-2).
  • Los motivos bíblicos para aplicar disciplina a un cristiano, generalmente están relacionados con actitudes que atentan contra la unidad del pueblo de Dios, pecados morales, y/o enseñar falsas doctrinas.

 

 

4. Enfrentando el pecado con oraciones sentidas (v.14,29)    

 

Una de las acciones más importante que debemos hacer para enfrentar el pecado es clamar a Dios para que tenga misericordia, nos llene de sabiduría, nos guíe para ser justo en todo lo que vamos a decir o hacer al respecto.

 

La realidad es que no podemos olvidar que estamos inmersos en una guerra espiritual. Por lo tanto, si hacemos todo lo demás pero no dependemos de Dios no estamos haciendo mucho. Una persona puede ser correctamente disciplinada por un grupo al que pertenece, pero solamente el Espíritu Santo puede convencerle de pecado.

 

En resumen, no olvidemos que es necesario mantener la pureza en el pueblo de Dios para desarrollar un ministerio efectivo. Para tal fin, debemos tener presente enfrentar el pecado con las enseñanzas y autoridad de la Palabra de Dios, amonestaciones personales, medidas de disciplinas correctamente aplicadas, y oraciones desde lo más profundo de nuestros corazones.

 

 


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