Los primeros días en el pastorado de la iglesia




Por Abdiel Morfa

Frecuentemente el entusiasmo que envuelve a un pastor al llegar a su nueva congregación, le hace avanzar a un ritmo acelerado en su ministerio pastoral. Aunque es cierto que debe aprovechar el impulso en el comienzo de la nueva carrera, es necesario que sea cuidadoso en cada paso para no tener que lamentar errores predecibles. Por tal razón, les comparto 7 consejos que pueden ayudarnos a ser cautelosos en los primeros días de nuestro pastorado:


 Comience haciendo una apreciación del contexto que se encuentra al llegar a la nueva iglesia

 Es importante observar, valorar e interpretar la situación real en la que se halla la iglesia en el momento en que comenzamos a proyectar nuestro trabajo pastoral, para evitar aquellos errores predecibles. Este análisis previo nos permite comprender más a fondo el grado de madurez, los dones, la experiencia y otros aspectos claves de los miembros de la iglesia. También podemos conocer otros elementos como la organización, la filosofía detrás de cada ministerio, los recursos disponibles, las costumbres y las aspiraciones de la congregación.

Ahora bien, para lograr una buena apreciación de la realidad presente se puede comenzar estudiando los documentos oficiales que la iglesia posea como actas, acuerdos, protocolos de funcionamiento, guía de ministerios, inventarios materiales, últimos informes de tesorería, estadísticas, entre otros. Realice entrevistas a miembros claves, dirija reuniones de líderes para indagar sus criterios sobre las fortalezas y debilidades de la iglesia, y aplique alguna encuesta sencilla si lo considera necesario.


 Conozca la historia de la iglesia y exprese públicamente su aprecio a la fidelidad de pastores anteriores y miembros en general

Indague sobre los triunfos en todas las esferas, eventos que marcaron pauta, influencia en la comunidad y cualquier otro aspecto que le permita mayor identificación con su nueva congregación. Este conocimiento puede usarlo en sermones, en reuniones administrativas y de planificación del trabajo, en la búsqueda de soluciones, etc.


Nunca critique a los pastores anteriores ni permita que algún miembro la haga en su presencia

Este principio ético es enseñado en la mayoría de los seminarios que capacitan a los pastores, pero en ocasiones nos “solidarizamos” con el enojo de algunos miembros contra errores de pastores anteriores. La práctica enseña que violar este principio ético nos cobra factura a largo plazo, pues al paso del tiempo aquellos miembros que nos hicieron partícipe de una murmuración delatan públicamente dicha falla ética. Por supuesto, siempre debemos corregir con amor, respecto y mansedumbre, dejándole saber a estos miembros que les apreciamos sinceramente y que el propósito de la corrección es para ayudarles a ser mejores cristianos.  


Asuma la actitud humilde que le corresponde como cristiano y siervo del Señor en todo lo que haga en la dirección de la iglesia

Una actitud petulante, arrogante, prepotente o de “sábelo todo” acarrea el rechazo categórico de la congregación. Algunos comenten el error de presentarse frente a la nueva congregación como quien trae “lo último”, teniendo en poco todo lo que se ha logrado hasta ese momento. La realidad es que la humildad es la actitud que Dios bendice y abre las puertas del corazón de nuestros hermanos en la fe.  


No realice grandes cambios de manejos financieros, estructurales o metodológicos al comienzo de su pastorado

Estas restructuraciones requieren consolidar una serie de aspectos que no posee en los primeros tiempos de su pastorado en la iglesia. Entre otras cosas, necesita el completo apoyo del liderazgo que se obtiene sobre la base de la confianza construida al paso del tiempo, necesita el respaldo de una congregación que ha visto en usted al siervo de Dios que les ama y les sirve desinteresadamente (esto precisa tiempo), necesita conocer profundamente todos los aspectos de la filosofía y funcionamiento de la estructura, así como el entorno en que se desenvuelve la congregación.  


 No llegue atacando desde el púlpito problemas específicos que algunos hermanos en la iglesia poseen

 Esta no es una práctica saludable, pues es “echar más leña al fuego” en lugar de apagarlo. Maneje los problemas específicos solamente con las personas involucradas y los integrantes del equipo pastoral que considere necesario. Pida al Señor la sabiduría que el promete para resolver los conflictos, aplicar amorosamente la disciplina y tomar cada decisión que se requiera.


Sea amable, apacible, misericordioso y amoroso con todos los hermanos

No se guíe por las apariencias, sino esfuércese en conocer a cada uno de los miembros de su iglesia. La experiencia demuestra que algunos hermanos que parecen amorosos, compresivos y muy buenos cristianos a nuestra llegada, no son tal cosa; por el contrario, otros que parecen ásperos y menos amables, muchas veces llegan a ser columnas y brazos derechos para la obra en ese lugar. Recuerde que el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Dios mira el corazón.


Que el Señor le guíe por medio de su Espíritu Santo a tener un buen comienzo en el pastorado de la iglesia que le ha invitado a ocupar tan grande responsabilidad.

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