Amor genuino por las personas


  Por Abdiel Morfa

 

Nehemías 1


Después de 70 años de sufrimiento por los horrores y humillaciones del cautiverio, finalmente el pueblo de Israel comenzó paulatinamente el regreso a su tierra. Un primer grupo regresó en tiempos del rey Zorobabel por el 536 a.C., el segundo grupo liderados por Esdras por el 458 a.C., y el tercero, por el 444 a.C. dirigido por Nehemías. Ahora bien, el segundo grupo  comenzó las labores de reconstrucción del templo y los muros derribados de la ciudad de Jerusalén llenos de alegría y un renovado espíritu nacionalista. Lamentablemente la felicidad no duro mucho tiempo al ser suspendido todo esfuerzo de reconstrucción por orden del emperador. Encima de esto, los envidiosos enemigos del pueblo judío demolieron lo que ya habían logrado levantar  y después prendieron fuego para que no quedara nada. De repente todo parecía indicar que esta nación jamás se volvería a levantar por lo que la tristeza inundo el corazón de este pueblo.

 

En medio de este panorama desolador, en el año 20 del rey Artajerjes, en el mes de Quisleu (Diciembre), entra en la escena bíblica este gran hombre de Dios llamado Nehemías. Es interesante saber que intervenir en este asunto en un momento tan delicado podía costarle el puesto de copero del Rey, el cual era un alto privilegio en aquella época.  Por la función que realizaba de probar todas las bebidas antes que el rey para proteger su vida, muchas veces los coperos llegaban a ser el hombre de confianza del monarca y servían como una especie de consejero del mismo. Es decir, que gozaba de todas las comodidades y facilidades de aquella época. Por otra parte, podía llegarle a costar la vida misma, ya que fue el propio emperador a quien Nehemías servía quien dio la orden de destruir la obra. Entonces, cabe hacernos una pregunta ¿Qué motivo a Nehemías a  intervenir de manera tan comprometida en este asunto? Y la respuesta apunta a una razón: “su amor a Dios y a su pueblo que sufría en gran manera”. 

 

Debido a que Nehemías llevó a delante una gran obra con toda efectividad, lo cual anhelamos todos aquellos que estamos en el ministerio al que Dios nos llamó, debemos tener en cuenta el siguiente principio: Es necesario mostrar amor genuino por las personas para un ministerio efectivo. ¿Cómo mostrar amor genuino por las personas? A través del primer capítulo de Nehemías podemos ver tres acciones que nos ayudaran a mostrar el mismo:

 

 

1.     Interesándonos genuinamente por las personas 

 

a.      Mostramos interés genuino por las personas cuando les preguntamos por sus situaciones y necesidades (v.2)

 

Como Nehemías poseía un interés genuino por las personas de su pueblo, aprovechó la oportunidad de conocer sobre el estado del mismo haciendo preguntas claves a un grupo de judíos, encabezados por Hanani (posiblemente su hermano de sangre), que llegaron desde Jerusalén con una información preocupante de la situación real.

 

Es importante conocer que para los habitantes de la antigüedad, los muros que rodeaban la ciudad representaban  protección, fortaleza y seguridad contra los enemigos, por lo cual, cuando estos eran derribados la ciudad se consideraba derrotada por los ejércitos contrarios. De manera, que para los judíos ver su capital totalmente destruida y quemada era sentirse completamente derrotados, sin fuerzas ni seguridad para seguir adelante. Nehemías conociendo esta verdad les pregunta primeramente por las personas y después por las edificaciones de la ciudad. La realidad es que si queremos mostrar un amor genuino por las personas que nos rodean es necesario preguntar por sus vidas y sus situaciones.  

 

b.      Mostramos interés genuino por las personas cuando los escuchamos atentamente (v.3,4)

  

Una vez que hacemos preguntas claves, estas generaran sentidas respuestas. Posiblemente, una de las causas por las que no preguntamos más es porque no estamos dispuestos a escuchar las respuestas, ya que estas nos retarán a hacer algo por estas vidas. Nehemías se dispuso atentamente a escuchar la respuesta de estos acongojados judíos. Estas vinieron en el mismo orden de las preguntas: (1) La condición espiritual y emocional de las personas. (2) La deplorable condición de la ciudad y sus edificaciones. La realidad es que cuando nos disponemos a escuchar el clamor de los demás estamos imitando a nuestro Dios (Ex. 2:23-24; 3:7-8; Sal. 6:8-9).

 

c.       Mostramos interés genuino por las personas cuando sentimos compasión por ellos y sus problemas (v. 4.)

 

Todo hijo de Dios debería reaccionar como Nehemías ante respuestas de esta naturaleza. Es decir, para nosotros escuchar sobre la triste condición de nuestros semejantes debe ser sinónimo de compasión profunda por ellos. Estoy recordando a Cristo, cuando se nos dice en Mateo 9:35-38: “Al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas. Porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor…” (“ver”, en el idioma original en que fue escrito este pasaje, está relacionado con un mirar profundo en el corazón de las personas). También podemos recordar el deber cristiano que menciona el apóstol Pablo: “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran” (Ro.12:15).

 

 

2.     Intercediendo genuinamente por las personas

 

Inmediatamente después de preguntar, escuchar y compadecerse de la triste situación de su pueblo, Nehemías se dedicó a interceder intensamente delante de Dios para que cambiara las cosas (v. 4-11ª). Una pregunta clave es: ¿Queremos que Dios intervenga transformando en Cristo a las personas de nuestra comunidad? Si la respuesta es “si”, entonces, indudablemente tenemos que estar dispuestos a ser intercesores de la talla espiritual de Nehemías. En este pasaje aprendemos los siguientes principios que están presente en los buenos intercesores:

 

  • Sentir en lo más profundo de nuestro corazón el dolor del que sufre. Esto no es una actividad mecánica, fría, ni rutinaria (v.4).
  • Reconocer la grandeza, majestad, fidelidad y amor de Dios delante del cual elevamos nuestras súplicas (v.5)
  • Dedicar el mayor tiempo a nuestro alcance para interceder por ellos. Recordando lo que alguien dijo “cuando el hombre trabaja, trabaja el hombre; cuando el hombre ora, trabaja Dios” (v.6)
  • Confesar nuestros propios pecados y responsabilidades delante de Dios, antes de mencionarle las transgresiones de los demás (v.6b-7). 
  • Orar recordando las promesas que Dios mismo nos dio para ser uso de ellas en momentos como estos, y conectar las mismas con la situación presente (v.8-10)
  • Ser específicos en lo que le pedimos al Señor. No es solamente orar por nuestra comunidad, es importante mencionarle nombres y situaciones específicas. De esta manera podemos confirmar cuando llega la respuesta de Dios (v.11b).   

 

 

3.     Decidiendo ayudar genuinamente a las personas

 

Después que Nehemías se interesó genuinamente por las personas de su pueblo e intercedió profundamente muchos días para que Dios cambiara las cosas, se propuso hacer algo a favor de los suyos, ser un instrumento o canal que Dios pudiera usar para ayudar a su nación. Él se dispuso a ir delante del Rey, al cual servía como coopero, a interceder a favor de su pueblo que no gozaba de toda la simpatía de este monarca. Es decir, que obrar a favor de los suyos le podía costar muy caro pero aun así estuvo dispuesto a hacerlo porque les amaba genuinamente.

En resumen, es necesario mostrar amor genuino por las personas para un ministerio efectivo. Esto se puede traducir en mostrar interés genuino por las personas preguntándoles, escuchándoles y compadeciéndonos de sus vidas y problemas, intercediendo profundamente delante de Dios por ellos y decidiendo hacer algo en la práctica por ayudarles. 

 

Nos gustaría que nos dejara un comentario para continuar mejorando juntos la efectividad ministerial. Bendiciones.

 

 

 

 

 


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