Por Abdiel Morfa
Una característica común a todos los seres humanos en todas las épocas y lugares, es que nuestros días, meses y años poseen la misma cantidad de tiempo. Aunque siempre ha sido necesario administrar bien el tiempo para hacer la vida lo más fructífera posible, esto adquiere en la actualidad una mayor relevancia. La gente en nuestros días vive sumamente ocupada en múltiples responsabilidades y un constante estrés. Una prueba de esta realidad, son las muchas frases populares que podamos escuchar a diario. Entre estas recordamos: “No me alcanza el tiempo”, “el tiempo es un tirano”, “el tiempo no perdona”, “el tiempo vuela” y muchas más.
Lo cierto es que la preocupación por el uso del tiempo es
un tema presente a lo largo de los siglos. El sabio rey Salomón escribió: “Todo tiene su tiempo, y todo lo que se
quiere debajo del cielo tiene su hora…” (Ecl.3:1). Años
más tarde el apóstol Pablo aconsejaba: “Mirad,
pues, con diligencia cómo andéis, no como
necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son
malos” (Ef.5:15-16). Otros escritores y pensadores han reflexionado al respecto,
dentro de los cuales podemos recordar las palabras de J. Oswald Sanders: “Las horas y los días seguramente pasarán,
pero los podemos dirigir para que tengan
un propósito y sean productivos”. Y del filósofo William James, quién
expresó: “El mejor uso de la vida es
utilizarla en algo que dure más allá de ella. El valor de la vida no es su
duración sino su donación: no cuantos años vivimos, sino con cuanta plenitud
los vivimos”.
Para pensar con mayor seriedad en este asunto, les
comparto cinco razones para administrar bien el tiempo en nuestra vida:
1. No podemos detener el tiempo
Podemos detener
el reloj, pero el tiempo seguirá avanzando. Cuando no administramos bien el
tiempo estaremos desperdiciando la vida.
2. No podemos acumular el tiempo
El tiempo no
puede ser acumulado como el dinero en el banco, para usarlo posteriormente. Si
no lo usamos simplemente se perderá.
3. No podemos estirar el tiempo
Aunque sería
magnífico poder estirar el tiempo para disfrutar días de más de veinticuatro
horas, lamentablemente no es posible en la vida real.
4. Todos disponemos de la misma cantidad de
tiempo
El rico y el pobre, el directivo y el obrero, el joven y
el adulto, el ingeniero y el campesino tienen la misma cantidad de tiempo. El
día es de veinticuatro horas para todo el mundo. Lo que influye para que a
algunos les alcance el tiempo y a otros no, además de una buena administración
del mismo, es que no todos tienen la misma cantidad de tareas por realizar
dentro de un margen de tiempo.
5. La efectividad en lo que hacemos está muy
relacionado en la buena administración del tiempo
Seguramente,
hemos notado que dos o más personas dedicadas a la misma profesión, habiendo
estudiado la misma carrera, con iguales condiciones para su labor y salarios
similares, no son igualmente efectivos. Generalmente, el secreto está en la
manera en que cada uno administra su tiempo.
Termino con la frase de Henry Dobson en “La
Paradoja del Tiempo”: “El tiempo se va… ¡Ah,
no! El tiempo se queda, quien se va soy yo”.
Glorifiquemos a Dios siendo buenos
administradores del precioso regalo del tiempo que Él nos ha concedido.
Nos gustaría que nos dejara un comentario para continuar mejorando juntos la efectividad ministerial.
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