Trabajar con diligencia en el Señor


 

Por Abdiel Morfa

 

1 Tesalonicenses 5:12-13

En estos versículos el apóstol Pablo no está exhortando a los líderes espirituales  a buscar el reconocimiento de aquellos que están bajo su cuidado. O sea, no está instando a los líderes a buscar la gloria de los hombres, sino se está dirigiendo a los creyentes de la iglesia para exhortarles a que reconozcan a los que trabajando entre ellos, les sirven y les guían.

Este pasaje respalda la práctica de reconocer a todos aquellos que nos presiden en el reino de Dios. Ahora bien, ¿Qué significa reconocer a los que trabajan entre nosotros? Algunos influidos por el contexto actual pensarán que este reconocimiento se trata de entregar premios, condecoraciones o recompensas materiales, pero el pasaje en su contexto se refiere a cuestiones espirituales como expresarles amor, estimación, consideración, obediencia y respeto a quienes nos presiden en el Señor.  

Sin duda, todo aquel que está sirviendo en cualquier área del ministerio cristiano, aunque esté trabajando de todo corazón para el Señor y no para el reconocimiento humano, se sentiría agradecido al recibir amor, consideración y respeto de parte de aquellos hermanos a quienes preside. La realidad es que recibir estas muestras de afecto sincero requiere de nuestra parte como líderes un compromiso a servir amorosa y esforzadamente a nuestros hermanos en la fe. Por lo tanto, es necesario trabajar con diligencia en el Señor para ser valorados y respetados por nuestros hermanos. Para una mejor comprensión de este principio, permítanme analizar por parte la expresión “trabajar con diligencia en el Señor”:


1.     Es necesario trabajar

El comentarista William Barclay expresó: “Respetad a vuestros jefes (dice Pablo) y la razón de este respecto es la obra que ellos realizan. No es cuestión de prestigio personal, es el trabajo lo que hace grande a un hombre. Su insignia de honor es el servicio que realiza”.

Cristo nos dio ejemplo pues su ministerio público estuvo marcado por el esfuerzo constante trabajando día y noche (puede ver más en el siguiente enlace Imitando a Cristo en el servicio). En Mateo 9:35 se nos dice que Jesús recorría todas las ciudades y aldeas realizando tres grandes acciones: predicando el evangelio, enseñando la Palabra y sanando toda enfermedad en el pueblo. Esto presuponía un gran esfuerzo, pues según los comentaristas bíblicos en la región donde se encontraba en el contexto de este pasaje, había más de dos cientos asentamientos poblacionales entre ciudades y pueblos pequeños. También debemos tener en cuenta que no existían los medios de transporte que tenemos hoy para trasladarnos sin mucho esfuerzo físico y en un tiempo mucho menor.

Cristo también expresó: “Hasta ahora mi Padre trabaja y yo trabajo” (Jn.5:17). No trabajar es una actitud que desagrada a Dios, por lo cual se nos manda a “amonestar a los ociosos”. Y Pablo fue claro y enfático al declarar: “El que no quiera trabajar, tampoco coma” (2Ts.3:10-12).


2.     Es necesario trabajar con diligencia

En la Biblia Reina-Valera 1960 dice que debemos reconocer “a los que trabajan entre vosotros”, pero la Biblia de las Américas expresa “a los que trabajando con diligencia entre vosotros”. Esto se debe a que el verbo griego “kopiontas” usando aquí, significa “trabajar esforzadamente hasta la fatiga”. Es decir, reconozcan a los que trabajan entre ustedes incesantemente, esforzadamente y diligentemente.  

Osward Sander en su libro “Liderazgo Espiritual” dice:

“Si un cristiano no está dispuesto a levantarse temprano y trabajar hasta tarde, dedicar mayor esfuerzo en el estudio diligente y trabajo fiel, esa persona no va a cambiar a una generación. La fatiga es el precio del liderazgo. Las mediocridad es el resultado de no cansarse nunca”[1] 

El término diligencia encierra dos aspectos importantes:

Calidad.

Es trabajar haciendo las cosas bien. Se puede definir con el principio bíblico: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres” (Col.3:23).

Prontitud.

No se trata de hacer nuestro trabajo con tanto apuro que afectemos la calidad del mismo, sino aprovechar bien el tiempo (puede ver otras reflexiones sobre el tema en estos enlaces La buena administración del tiempo  y Los ladrones del tiempo). Cristo expresó: “Me es necesario hacer las obras del que me envió, entre tanto el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar” (Jn.9:4). Estas fueron palabras de Cristo a raíz del milagro a un ciego de nacimiento. Por supuesto, Jesús estaba usando una ilustración apropiada a su contexto, donde al no existir la corriente eléctrica se hacía sumamente difícil realizar cualquier trabajo en la oscuridad de la noche. Esta enseñanza de Cristo hace referencia a su corto tiempo en la tierra para hacer las obras poderosas de Dios antes que llegara a consumarse su muerte en la cruz. En tal ilustración está implico la idea de trabajar con diligencia en todo lo que hacemos en el reino de Dios, porque un día no habrá más oportunidad para los perdidos a quienes hoy debemos llevarles el evangelio para que se reconcilien con el Padre Celestial.

 

3.     Es necesario trabajar con diligencia en el Señor

Presuntamente aquellos ancianos, como nosotros hoy, trabajamos en el Señor. Sin embargo, la realidad es que muchas veces confundimos trabajar en la obra del Señor, e incluso trabajar para el Señor, con trabajar en el Señor, lo cual puede tener dos connotaciones:

En el Señor desde el punto de vista espiritual.

Para ser respetados y valorados por aquellos a quienes servimos tenemos que hacerlo en el Señor. Es decir, no podemos ministrar diligentemente si no estamos a cuenta con nuestro Dios. La relación con el Señor es imprescindible. No podemos estar tan ocupados en la obra de Dios que nos olvidemos del Dios de la obra.

En el Señor desde el punto de vista doctrinal.

Es decir, en ocasiones queremos guiar a los demás apoyados en nuestro propios criterios en lugar de hacerlo cimentados en la Palabra de Dios.  Debemos liderar a nuestros hermanos en el Señor, no en nuestras interpretaciones particulares.

En resumen, es necesario trabajar con diligencia en el Señor para ser valorados y respetados por nuestros hermanos.

Le agradecemos un comentario para continuar mejorando juntos la efectividad del ministerio al que Dios nos ha llamado.

 

 

 



[1] J. Oswald Sanders, Liderazgo Espiritual (Grand Rapids, Michigan: Editorial Portavoz, 2011), 123.


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