Firmeza para un ministerio efectivo


  Por Abdiel Morfa

Nehemías 6


El término firmeza, según el diccionario Larousse, significa: “Estabilidad, solidez, fortaleza, tenacidad, perseverancia del carácter o al hablar…no volverse atrás; está relacionada con palabras como decisión y valor”.

La Biblia resalta la importancia de la firmeza en la vida de los hijos de Dios. Algunos ejemplos clásicos son los siguientes:

  • El joven José. Se mantuvo firme ante la tentación sexual para no pecar contra Dios.
  •  La reina Esther.  Llegó con toda firmeza ante el rey para interceder por su pueblo, expresando la conocida frase: “y si perezco que perezca”
  • Daniel. A pesar del cautiverio propuso en su corazón no contaminarse con la comida y prácticas pecaminosas de aquellos reyes paganos.
  • Cristo. Se mantuvo firme en el propósito de morir en la cruz para la redención de la humanidad.
  • El apóstol Pablo exhortaba sobre la firmeza en Gálatas 5:1, diciendo: “Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud”.
     

     La firmeza era también una de las grandes virtudes que poseía Nehemías, la cual le permitió seguir adelante hasta terminar la reconstrucción de los muros de Jerusalén a pesar de todos los obstáculos que se presentaron en el camino.

Por todo lo anterior podemos aseverar: La firmeza es una virtud indispensable para un ministerio efectivo. Esto nos lleva a la siguiente pregunta, ¿Cómo podemos mantenernos firmes para un ministerio efectivo? A través de este pasaje podemos ver que Nehemías manifestó la firmeza al decir “NO” tres veces frente a las engañosas proposiciones del enemigo:


1.     Manifestamos firmeza al no abandonar la obra del Señor (v.1-4)

 

A pesar de que Nehemías actuaba con sabiduría, con humildad al reconocer sus propios errores, viviendo en integridad, siendo fiel al Señor  y dando ejemplo de buenas actitudes como vimos en el capítulo anterior (ver la meditación anterior en el siguiente enlace: Corrigiendo las malas actitudes para avanzar), no se libró de seguir recibiendo los ataques cada vez más fuertes de sus enemigos. Los mismos valiéndose de ciertas artimañas le envían un mensaje diciendo: “Ven y reunámonos en alguna de las aldeas en el campo de Ono”. Este mensaje llevaba implícito tres puntos interesantes: (1) Que el verbo que se usa en el original para “reunámonos” sugiere un encuentro amistoso o fraternal. (2) Que la reunión fuera en alguna de las aldeas  de la región de Ono. Según los estudiosos bíblicos la expresión en el contexto significa algo así como “escoge tú la aldea que prefieras”, como si ellos fueran muy amables y estuvieran de parte de Nehemías. (3) El campo de Ono que se encontraba a unos 30 Km de Jerusalén era un lugar muy pintoresco por su verdor y frescura. En otras palabras, sus enemigos le estaban instando a dejar a un lado el trabajo para compartir con ellos y tomarse un descanso. Aunque pudiéramos pensar que no hay nada de malo en descansar del arduo trabajo cotidiano, en este caso no era más que una maquinación del enemigo para apresarlo y eliminarlo.


Ahora bien, lo más importante fue la firme respuesta y actitud de Nehemías cuando expresó: “Yo hago una gran obra, y no puedo ir”. Este hombre de Dios era consciente que él no estaba realizando un trabajo común y corriente sino la obra de Dios. Por tal convicción se mantuvo firme dando la misma respuesta por cuatro veces.


La realidad es que nuestros enemigos espirituales pondrán obstáculos para que no podamos realizar la obra del Señor. Aunque algunos cristianos flaquean ante tales presiones del enemigo, otros se mantienen firmes al no abandonar la obra del Señor por ninguna causa, pues han tomado una firme decisión. Ellos han tenido que pagar el precio, pero también disfrutan las bendiciones que Dios concede a sus hijos fieles tanto en “este mundo como en el venidero”, como Cristo expresó.  

  

2.     Manifestamos firmeza al no creer a las mentiras del enemigo (v.5-9)

 

Cuando los enemigos vieron que Nehemías no cedía a su engañosa invitación personal, usaron otra estrategia. La misma consistía en una carta abierta, equivalente en aquel tiempo a una citación oficial entre los persas. El texto de la misma estaba basado en una mentira cuidadosamente articulada para desacreditar y poner en peligro delante del rey al influyente hombre de Dios. En ella lo presentan como alguien mal intencionado, sedicioso, capaz de cualquier cosa por satisfacer su sed de poder. Con todo esto pretendían infundir temor obligándolo a reunirse con ellos, e intentaron reforzar esto mencionándole un personaje que era un importante oficial del ejército persa. Ahora bien, como cualquier otra mentira que no puede ser probada la basaron en un rumor que ellos mismos echaron a correr por toda la región.


Los enemigos del pueblo de Dios usan frecuentemente la  diabólica artimaña del rumor. Sabemos que estamos en presencia de un rumor cuando:

 

  • No se puede identificar ni citar la fuente de origen. El pasaje nos dice: “Se ha oído entre las naciones”.
  • Tiene como propósito herir o causar daño a una persona, y no ayudarlo si de verdad está fallando.
  • Contiene una información inexacta, ambigua, contradictoria y muchas veces incierta.

·   Es una información que se trasmite sin tener en cuenta el lugar correcto, a las personas claves y en el ambiente adecuado. En este caso lo trajeron en una carta abierta para que todos pudieran escucharlo.

Indiscutiblemente los rumores contra nuestra persona nos tienden a desestabilizar. Sin embargo, Nehemías haciendo uso del discernimiento que Dios concede a sus hijos, con toda firmeza y trasparencia desmiente tal difamación.

Los hijos de Dios estamos llamados a usar el discernimiento espiritual para no ser engañados en cuanto a nuestros hermanos. Es decir, que no podemos creer cualquier cosa que se nos dice de repente de otro consiervo, porque un gran porciento de las veces es un rumor infundado para afectar el buen testimonio de un hermano y crear confusión o división.

 

3.      Manifestamos firmeza al no amedrentarnos frente a las presiones (v. 10-14)

 

En un tercer intento de vencer y destruir a Nehemías, el enemigo sobornó a un profeta no muy destacado llamado Semaías. El objetivo era una especie de show para revelarle a Nehemías un supuesto plan para matarlo esa misma noche y le invita a refugiarse dentro del templo (había una costumbre nacional que cuando alguien estaba totalmente perdido, a punto de ser asesinado corría al templo y se aferraba a los cuernos del altar en un acto de desesperación para clamar por misericordia).

 

La realidad es que si Nehemías hubiera accedido a tal petición:

 

  • Estaría recociendo delante del enemigo y de su propio pueblo que estaba totalmente vencido y perdido.
  • Sería desmoralizado faltando a la integridad pues entraría a un lugar donde solamente estaban autorizados por la Ley los sacerdotes.


Entonces, una vez más Nehemías responde con el valor que solamente Dios concede: “¿Un hombre como yo ha de huir? ¿Y quién, que fuera como yo, entraría al templo para salvarse la vida? No entraré”. Esto nos recuerda las palabras del apóstol Pablo a Timoteo: “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”.


En resumen, la firmeza es una virtud indispensable para un ministerio efectivo. Esta implica no abandonar la obra de Dios por ninguna otra cosa, no creer a las mentiras del enemigo porque estamos ejerciendo el discernimiento espiritual, y no acobardamos porque hacemos uso del valor que Dios otorga a sus hijos.


Ahora bien, cuando nos mantenemos firmes vendrán hermosos resultados como los que recogen los versículos quince y dieciséis. Entre los cuales podemos mencionar: Completar la obra de Dios a pesar de todo obstáculo, ver la justicia de Dios al humillar a nuestros enemigos, y ser testigos del reconocimiento al único y verdadero Dios de parte de todos a nuestro alrededor.

 

 


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